"Incluso cuando hay calma,
hay que esperar una tormenta"
Su rostro era casi un poema, las
mil y una emociones que sentía fluir por cada milésima parte de su cuerpo no
eran ni siquiera descriptibles, estaba tan nervioso… y emocionado, que
ciertamente no podría decidir que emoción era más grande. En poco más 2
horas estaré de regreso en Seúl, pensó Jaejoong con
un inevitable revoloteó en su vientre, el tiempo parecía tan largo.
Había salido exactamente una hora atrás de la mansión de Junsu, no le había
avisado a nadie, salvo a Changmin, sabía perfectamente que le había dejado una
muy enorme tarea a su amigo, <<No quiero preocupar a Junsu, y
tampoco quiero que me intente detener, tan solo… ¿podrías explicar a Junsu todo
esto que ya hemos hablado? >> había dicho a Changmin
la noche anterior cuando se despedía de este. Sabía que Junsu le apoyaría en su
nada racional idea, sin embargo, era más que consiente que este también le
intentaría hacer entrar en razón y eso era lo que menos quería Jaejoong.
Changmin había parecido ser alguien fácil de convencer, pero tenía muy en
cuenta que si el más alto le había apoyado era por la aun culpa que sentía.